miércoles, abril 05, 2006

Historias de hospitales, parte 5

Ésta es mi última historia de hospitales... por el momento. De todas formas, me mantengo a la escucha por si encuentro alguna más. Lo reconozco, me encantan ^^

La hermana de una de mis compañeras perdió a una hija hace un par de años, víctima de un tumor cerebral. Su madre, en un intento porque la chiquilla tuviera un final más placentero, llevó a la pequeña a un hospital de Huesca que está regentado por religiosos, que al parecer está especializado en cuidados a enfermos terminales (No me supo decir el nombre, si alguien tiene alguna idea que me lo diga, por favor). Cuando la vida de la niña llegaba a su fin, la madre comprobaba desolada como su pequeña caía en un estupor más y más grande, y como cada vez era menos consciente de todo aquello que la rodeaba. Pero lo que más la inquietaba es que la niña, a medida que se desconectaba del mundo real, hablaba cada vez más a menudo con un tal Toni, un niño a quien sólo ella podía ver. Los trabajadores que entraban en la habitación se daban cuenta, pero sólo sonreían tristemente, hacían lo que habían venido a hacer y se marchaban. La niña murió al cabo de unos días, mientras dormía. Después de los funerales, su madre volvió a la clínica para darle las gracias a todos los que la habían ayudado en esos momentos tan duros. Y en un momento dado, mientras conversaban, le preguntó a una de las monjas que atendieron a su hija si tenía alguna idea de con quién podía haber estado hablando la niña. La monja le contestó que a todos los niños que habían muerto en esa planta, que habían sido muchos, les había ocurrido lo mismo. Todos decían que había un niño en la habitación que hablaba con ellos, que les decía que no tuvieran miedo, que pronto todo el dolor pasaría y estarían mejor. Y todos, absolutamente todos, habían llamado Toni al niño. -Toni era uno de los primeros chicos que murio en este centro, hace ya muchos años- explicó la monja -Y parece que se ha quedado aquí a consolar a los niños que van a seguir su mismo camino. Y a nosotros no nos importa. Si hace que los niños dejen este mundo más tranquilos, por nosotros puede quedarse tanto como quiera-.