jueves, enero 12, 2006

¿¿Que por qué quiero ser la muerte??

Mirad, os voy a poner un pequeño ejemplo gráfico. Con algunos cambios, claro, pero para que os hagáis una idea de la clase de chusma con la que tengo que tragar todos los días.
Una de la tarde en la reanimación del hospital, la unidad llena a reventar y nosotros, los enfermeros, currando como negros. (Bueno, unos más que otros, pero ése no es el tema... ya hablaré de eso, ya) Momento este en el que nos llega un tipo al que acababan de operar, para sacarle unos clavos de la pierna, si mal no recuerdo. Para los profanos (seguramente cualquiera que lea esto) es una intervención nada complicada, que se hace en un momento y que habitualmente no suele doler.
El tío en cuestión es drogadicto, tiene SIDA y dios sabe qué más en sangre y se rompió la pierna yendo todo follao en moto, borracho y hasta arriba de dios sabe qué. Por cierto, que en el accidente mandó a una parejita de ancianos al hospital, uno de los cuales aún sigue en la UCI. ¿Os vais haciendo una idea de la joyita en cuestión?
Bueno, pues llega el tío y lo primero que me pide es un calmante. Bueno, pienso, eso es normal. Le pido al anestesista de turno que le ponga calmante y ¡Oh sorpresa! el anestesista se ha ido del hospital sin pautarle calmantes porque tenía que irse corriendo a otro centro para llegar a su pluriempleo. Genial, me digo, pues que me lo prescriba otro médico. Pero, vaya por dios, ninguno me lo quiere prescribir porque el tío no es paciente suyo. Al final tengo que recurrir a un residente para que me los paute, casi a escondidas para que los demás no se enteren y le echen la bulla. Mientras tanto, el nota montando un cristo en la reanimación porque YO no le pongo los calmantes porque soy una zorra y una racista de mierda. (el tío es gitano, por cierto)
Bueno, le pongo los calmantes. Y claro, no le bastan porque lo que le pongo no es metadona. El cabrón coge tal empute que se arranca los sueros de cuajo. Hala, a pincharle otra vía en esas venas hechas polvo por la droga y con el nota diciéndome cómo y donde tengo que pinchar(venas que, claro, son las que más se pica y están hechas mierda). Lo que me faltaba, pienso, que me venga un yonqui a enseñarme hacer mi trabajo. A esta alturas, puta de mierda es lo más suave que me suelta el tío.
El andoba, entre pitos y flautas, se me cabrea tanto que empieza a amenazarnos a todos. Ah, y entonces los médicos reaccionan... y me piden que lo ate. Cojonudo, como si fuera tan fácil. Al final, entre todos los enfermeros (no os pensaréis que un médico se va a rebajar a ayudarnos, ¿verdad?) conseguimos atarlo. Y precisamente, en ese momento, aparece el patriarca gitano, al que una auxiliar con menos cerebro que un palo de escoba ha dejado pasar de estrangis "porque le daba pena". Imagináos la que se ha montado ahí cuando el viejo se ha puesto a chillar y han entrado treinta gitanos en tropel. Al final, el yonqui sedado, los gitanos echados por los de seguridad y amenazandome de muerte a mí, porque la auxiliar descerebrada ha confesado que yo soy la enfermera a su cargo.
¿Al final? Voy a tener que entrar y salir del hospital a escondidas, acompañada de un segurata cuando vaya a entrar en los quirófanos, para evitar que venga un gitano a rajarme el cuello. Si quieren tanto al yonqui, que hubieran evitado que se metiera en la droga, para empezar. Menuda mierda de amor es ése.
Después de días como éste, seguro que me entendéis. Hay días en los que estoy hasta las narices de la raza humana. A veces, una bomba nuclear que mandara a tomar por saco a la raza humana no me parece tan mala opción.

2 Comments:

Blogger Sol_Badguy said...

Siento no haberte ayudado u_u

20:10  
Blogger Nikie Blue said...

Tranqui, en estas cosas prefiero dejarte al margen... Diox no quiera que te enganche un loco de esos a ti O~O

20:13  

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