Mía
Escribí esto en un minimomento de depresión, después de tener que zanjar un asunto... digamos... desagradable. Tardé unos diez minutos en hacerlo, así que no seáis muy duros ^^''''''
No he dejado de mirarte a los ojos ni un solo momento, ni siquiera ahora que tus ojos ya no miran.
El cuchillo me ha caído de las manos, olvidado, y yace en el suelo, rodeado de la sangre que brota de tu pecho. La misma sangre que ahora mancha el suelo, las paredes, tu cuerpo y el mío. Pero eso ahora qué importa. De ninguna manera, no puedo dejar de mirarte ahora, igual que no podía dejar de mirarte en vida.
Es increíble como sigues conservando ese encanto, ese hechizo que ejerces sobre mí. ¿Qué embrujo usaste conmigo, hechicera, para que no pudiera apartarte de mis pensamientos? ¿Para que todas las caras, todas las risas, todas las miradas que veía fueran la tuya? ¿Para que no concibiera la vida, el amor, la muerte, si no era a tu lado?
Pero nada de lo que hacía por ti era suficiente. Puse a tus pies todo lo que una mujer podría desear. Dinero, comodidad, una vida fácil, todo se abría ante ti, y tú lo rechazabas. Lloré por ti, supliqué por ti. Amenacé, rabié, peleé, robé y maté. Y todo lo hice por ti.
¿Qué querías, mujer? ¿Qué era lo que querías que yo no pudiera darte?
Algo te dio para confundirte aquel… desgraciado. Pobre iluso, un don nadie que creyó que podría apartarte de mí. Como si hubiera algo en este mundo que pudiera separarnos. Pero ahora ya lo entendió, ¿verdad? Aunque para él fue demasiado tarde. Si se hubiera alejado de ti cuando se lo advertí, ahora no estaría enterrado en un burdo agujero, pasto de los gusanos.
Y tú también lo entiendes ahora, ¿verdad, mi amor? Entiendes que eres sólo mía. En la vida y en la muerte. Ni siquiera en el más allá podrás alejarte de mí.
Ah, el cuchillo, lo había olvidado. Lo recojo y apunto con él a mi corazón. Será la segunda vez que lo atraviesas. Y ésta será la definitiva.
Empujo el cuchillo. La herida duele, aunque no tanto como tu despecho. Pero eso se acabó. Tomo tu mano, ya fría. Ya que no quisiste vivir conmigo, morirás conmigo, te guste o no. Es lo último que pienso antes de que todo se vuelva negro.
No he dejado de mirarte a los ojos ni un solo momento, ni siquiera ahora que tus ojos ya no miran.
El cuchillo me ha caído de las manos, olvidado, y yace en el suelo, rodeado de la sangre que brota de tu pecho. La misma sangre que ahora mancha el suelo, las paredes, tu cuerpo y el mío. Pero eso ahora qué importa. De ninguna manera, no puedo dejar de mirarte ahora, igual que no podía dejar de mirarte en vida.
Es increíble como sigues conservando ese encanto, ese hechizo que ejerces sobre mí. ¿Qué embrujo usaste conmigo, hechicera, para que no pudiera apartarte de mis pensamientos? ¿Para que todas las caras, todas las risas, todas las miradas que veía fueran la tuya? ¿Para que no concibiera la vida, el amor, la muerte, si no era a tu lado?
Pero nada de lo que hacía por ti era suficiente. Puse a tus pies todo lo que una mujer podría desear. Dinero, comodidad, una vida fácil, todo se abría ante ti, y tú lo rechazabas. Lloré por ti, supliqué por ti. Amenacé, rabié, peleé, robé y maté. Y todo lo hice por ti.
¿Qué querías, mujer? ¿Qué era lo que querías que yo no pudiera darte?
Algo te dio para confundirte aquel… desgraciado. Pobre iluso, un don nadie que creyó que podría apartarte de mí. Como si hubiera algo en este mundo que pudiera separarnos. Pero ahora ya lo entendió, ¿verdad? Aunque para él fue demasiado tarde. Si se hubiera alejado de ti cuando se lo advertí, ahora no estaría enterrado en un burdo agujero, pasto de los gusanos.
Y tú también lo entiendes ahora, ¿verdad, mi amor? Entiendes que eres sólo mía. En la vida y en la muerte. Ni siquiera en el más allá podrás alejarte de mí.
Ah, el cuchillo, lo había olvidado. Lo recojo y apunto con él a mi corazón. Será la segunda vez que lo atraviesas. Y ésta será la definitiva.
Empujo el cuchillo. La herida duele, aunque no tanto como tu despecho. Pero eso se acabó. Tomo tu mano, ya fría. Ya que no quisiste vivir conmigo, morirás conmigo, te guste o no. Es lo último que pienso antes de que todo se vuelva negro.
2 Comments:
Buen relato,un poco acelerado para lo que suele ser habitual en tí pero no está mal.
Aunque la verdad,la escena es bastante macabra,parece más propio de mí que de tí.
Aparte de eso,todo bien.
Ya te lo he dicho, es la forma más rápida que conozco de sacar la bilis que tenía dentro.
Gracias ^^
Publicar un comentario
<< Home